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En un terreno de 128 m2 se propuso aprovechar cada centímetro para crear un espacio intimo, y darle una visual diferente con entradas de luz natural, y ventilación.

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Por fuera la casa es como una más, no tiene nada de extraordinario, pero al interior se expande, se utilizan tan solo lo necesario para cada espacio vital de la vivienda. Se propuso una pequeña alberca que se encuentra en el interior de la casa, y en un espacio exterior del patio, integrando así, las dos partes, creando un espacio de transición entre ellos. En la habitación principal se generó una entrada doble de luz, con un gran ventanal que deja entrar los reflejos de luces de la alberca, y un domo que deja entrar la luz del cielo, de la luna e incita, marcando un camino de estrellas.

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El terreno no mantiene vistas importantes, por lo que se propone en la tercera planta un mirador de estrellas, porque cuando no hay hacia dónde mirar las estrellas siempre nos muestran el camino.